Las vías de contagio del paciente pediátrico son distintos que los de un paciente adulto, por lo tanto, los factores de riesgo también varían y se fundamentan en la madre, en los procedimientos obstétricos y en las condiciones del bebé.
Factores de riesgo maternos: Carga viral y compromiso inmune de la madre. Si la carga viral materna es <1000 copias/ml, el riesgo de contagio del neonato es virtualmente cero. Si la carga viral está entre 1000-10.000 copias/ml el riesgo para el bebé sube a un 16%.1 Si la carga viral es >101.000 copias/ml, el riesgo sube a un 40%. Por su parte, si el contaje de CD4+ es <200, el riesgo se acerca a un 43%, mientras que si el contaje linfocitario es >600, el riesgo al nacer baja a un 15%.
Factores de riesgo obstetricos: ruptura prematura de membranas (RPM), corioamnionitis y el tipo de parto que se relacionan a una mayor o menor posibilidad de contacto del feto con sangre o secreciones maternas infectadas.1 Así, si el parto es por cesárea electiva y se le administra antirretrovirales al bebé, el riesgo de contagio es de 2% y sin los fármacos el riesgo después de una cesárea sube a un 10%.2 Si la RPM ocurrió menos de 4 horas antes del nacimiento el riesgo de contagio es de un 14% y si la RPM ocurrió más de 4 horas antes del nacimiento, el riesgo sube a 25%.
Factores de riesgo del recién nacido: prematuridad, bajo peso, ser el primer gemelar y la lactancia materna afectan el riesgo de contagio de un neonato.1
De acuerdo a lo anterior y en ausencia de lactancia materna, el 30% de la transmisión vertical ocurre intrauterino, mientras que el 70% ocurre cercano al parto o intraparto. El VIH no se contagia a través de la orina, del excremento, del vómito, de la saliva ni del sudor. No existe evidencia de contagio por tener contacto casual, como por ejemplo, vivir en el mismo hogar, sentarse al lado o jugar con una persona con sida o con infección por el VIH.
Los adolescentes de 13 a 24 años constituyen un grupo de riesgo para la adquisición de la infección por VIH. En América Latina la actividad sexual se inicia a edad temprana. En Argentina, por ejemplo, el 44% de las jóvenes se inician sexualmente entre los 15 y 19 años y la mayoría no se protege con preservativos. Se ha observado que los adolescentes que reciben información adecuada aprovechando las oportunidades de consulta al sector salud por otros motivos, retrasan el inicio de las relaciones sexuales y tienen menor riesgo de padecer enfermedades de transmisión sexual.
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